Historias
Autor: Rebeca Dallal Fratz
Seguramente piensas que tu vida no es sencilla, sino algo tan intrincado como un nudo Gordiano. A pesar de que cada día es simplemente un hilo de hechos y datos, queremos convertirlo en un patrón fácil de entender y seguir, idealmente, sin brincos ni sobresaltos. Es a través de esa historia que hilamos que construimos nuestra identidad. Y si de pronto te das cuenta que esa “historia” no te gusta, la cambias con gran facilidad, construyendo así una nueva identidad.
Eso que hacemos con las historias personales, lo hacemos hasta con la historia mundial, modelando los detalles hasta formar una historia consistente. De pronto “comprendemos” ciertas cosas como, por ejemplo, por qué la Cortina de Hierro tenía que caer o cómo es que el Tratado de Versalles condujo a la Segunda Guerra Mundial, entre otras muchas cosas. Al decir comprender me refiero a que esos hechos no podrían entenderse en el sentido tradicional, sino que construimos el significado una vez que ya sucedieron los hechos, en retrospectiva. Esto significa que agregamos significados después, lo cual convierte a las historias en entidades dudosas porque simplificamos, distorsionamos y filtramos la realidad de aquello que no encaja en la historia que estamos armando. Y, simplemente, no podemos vivir sin esas historias. ¿Por qué? Esto es algo que no queda claro. Lo que sí está claro es que la gente comenzó por usar las historias para entender el mundo. Antes de que existiera el pensamiento científico existió la mitología, aún antes de la filosofía. Y al crear historias es inevitable generar un sesgo.
En algunas ocasiones el sesgo se usa de manera intencional para generar mayor interés, como en las noticias. Cuando en los medios tradicionales y redes sociales se informa sobre un hecho, lo que leemos o escuchamos es una historia, pongamos como ejemplo una persona que maneja su auto sobre un puente que cae justo cuando lo está cruzando. La noticia relatará a detalle sobre el protagonista, su género, su edad, de dónde es, a qué se dedica, dónde está, qué hacía ahí, que sentía al tiempo que caía, etc., además de que tengan que decir de aquellos que fueron testigos. De lo que menos se habla y menos interesa son los hechos, los datos, las causas o las consecuencias, si otros puentes corren peligro o si habría manera de evitarlo; nada de esto es lo interesante. Es decir, toda la información secundaria, las emociones y los relatos alrededor del hecho cobran prioridad ante los hechos relevantes.
Si te dijera las siguientes dos historias, cual recordarías mejor? 1- “El presidente murió, y su esposa murió”. 2- “El presidente murió, y su esposa murió de tristeza”. Seguramente la mayor parte de las personas recuerda mejor la segunda historia. La diferencia entre ambas es que la primera historia se limita a los hechos y la segunda tiene significado y sentimientos. En teoría deberíamos recordar más fácilmente la primera porque es más corta, pero nuestra mente no funciona así.
Los publicistas han aprendido a capitalizar esto, en lugar de enfocarse en los beneficios de un bien o servicio, crean toda una narrativa a su alrededor, la cual, aunque en teoría es irrelevante, resulta irresistible. Un excelente ejemplo es el anuncio de Google para el Super Bowl del 2010: haz click –> “Google Parisian Love”
Como verás, convertimos todo en historias, desde sucesos personales hasta eventos globales; el único inconveniente es que al hacer esto distorsionamos la realidad y se afecta la calidad de nuestras decisiones. De tal manera que es importante aislar los hechos para entender las cosas de manera imparcial. Si quieres comprobar cómo hilamos historias, basta con recordar algún acontecimiento importante el cual te haya tocado vivir y buscar en línea cómo lo reportaban los medios de comunicación, de darás cuenta que los eventos que hoy parecen conectados no lo estaban en ese momento.
Sucede lo mismo con nuestra vida, has muchos eventos que en el momento no parecen conectados ni tienen mucho sentido de manera aislada, pero si lo piensas en retrospectiva puedes conectar los hilos, agregar significados y sentimientos, así es cómo formas tu propia historia.
Y ya ni hablar de lo que olvidamos… pero el tema de la memoria amerita su propio espacio.