Autor: Gerardina Martínez Félix

 

Y así fue en mi caso particular, el canto se develó en mí por sorpresa y sin pedir permiso.

En casa la música siempre tuvo un lugar preponderante dentro de nuestra formación, con ella comíamos, era una compañera durante los largos viajes en carretera y también formaba parte de los juegos de adivinanzas: ¡Qué compositor! ¡Qué obra! ¡Qué instrumento! ¡Qué época! Así pasaban nuestros días y nuestros trayectos y aprendí a amarla profundamente. Entonces, supliqué por un piano y mis padres me lo obsequiaron cuando yo tenía apenas ocho años. En mi imaginación y mis planes de vida desde niña, estuvo siempre la idea de llegar a ser concertista, conquistar los grandes auditorios y tocar la sensibilidad del mundo por medio de la música, siempre me veía con los brazos abiertos frente al público y junto a un piano. Pero la vida, no siempre es como la planeamos y el objetivo de conquistar la sensibilidad y el corazón de los otros llegó de forma inesperada y por el lugar menos explorado por mí: El canto.

Si me hubieran dicho en esa época que yo podía cantar y no sólo eso, que iba a vivir del canto, seguro me hubiera reído. El conocimiento de mi voz fue largo, inesperado y a veces doloroso también y esto es porque este instrumento que es el más cercano para el ser humano, a su vez es el más alejado y desconocido. ¿Cuántas veces hemos hecho juicios terribles cuando escuchamos por primera vez nuestra voz en una grabación? Por lo general el primer comentario es:” mi voz es horrible”. Ahora imagínense cantando.

Fue en el año de 1985 cuando ingresé al Conservatorio Nacional de Música, muy emocionada quería conquistar el piano y aprender todo lo posible para lograr el sueño de toda mi vida, sin embargo, la primera observación de mi maestro durante la primera clase de solfeo fue: vas para canto, ¿verdad? Bueno, yo esto lo tomé como un agravio tremendo, cómo me preguntaba eso si mi voz era horrible, no me entonaba, todo me quedaba alto he incomodo, no entendía la música desde ese lugar. Además, la ópera no era algo que me gustara mucho, me gustaba la música sinfónica, los conciertos para instrumento solista y orquesta y si acaso, me gustaban los “highlights” de las grandes óperas, pero hacerlo yo, me parecía prácticamente un chiste, algo más que imposible. Sin embargo, en un mundo paralelo el cual también me atrapó llamado teatro, mi desarrollo vocal fluía sin problema, podía montar canciones a los actores que lo requerían de acuerdo a las necesidades escénicas, me pedían que en determinada parte saliera cantando tal o cual cosa, componía la melodía para diferentes partes de la obra, pero fue contundente cuando para un ejercicio de dirección de mi amigo el director Alejandro Velis que en aquella época estudiaba Literatura dramática y teatro en la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, que por primera vez sentí como el canto me hacía sentir radiante. El poema era Muerte sin fin de José Gorostiza, una maravilla. Alejandro exigente como es, me pidió que le llevara varias propuestas para diferentes partes del poema, y como algo casi natural, las melodías fluyeron en mí y al día siguiente tenía listas la primera parte donde Gorostiza hace referencia al capítulo 8, versículo 30 del libro de los Proverbios y el gran final, ¡Tan-tan! ¿Quién es? Es el Diablo… la idea era que la cantaran los actores, así que yo llegué muy preparada y con toda la seguridad de que fácilmente las podrían interpretar, pero no fue así, su cara me lo dijo todo, y tengo que señalar por justicia hacia mi trabajo, que entrenar actores es de las cosas que más me gusta y en las que he tenido muchas historias de éxito y satisfacción, pero en este caso, el Universo quería decirme algo.

Pero no fue ahí en donde acepté el llamado a la aventura, ya habían pasado varios años desde mi entrada al Conservatorio y mi andar por el increíble mundo del teatro cuando me llamaron para hacer una audición nada más ni nada menos que para la Compañía Nacional de Teatro, la obra era Chin Chun Chan y La Musas del País, dirigida por el inigualable Enrique Alonso “Cachirulo”, en ese momento yo no era actriz y no me explicaba cuál era el interés por mí, pues sí, adivinaron, el llamado fue justo porque “cantaba” y necesitaban una voz como la mía, que para ese entonces yo ya sabía que era mezzosoprano. Dios, ha sido de los trabajos más hermosos y emblemáticos en mi vida, y justo ahí fue cuando pude apreciar lo maravilloso que es poder expresar a través del canto, la alegría del público y la comunión con mis compañeros de escena y obviamente, el estar cerca de uno de los héroes de mi infancia, pero sobretodo, una vez más me sentí radiante, la voz, mi voz hacía de las suyas y yo solo tenía que dejarme llevar. Miré hacia el cielo y dije: Tú me has querido decir algo durante todos estos años y hasta ahora lo entiendo, tenía ya 23 años.

Cuando algo es para nosotros, por más que nos neguemos a ello o dudemos de nuestras capacidades, siempre nos va a encontrar, nos enviará mensajes y se hará presente por todos los medios hasta que digamos sí. Así fueron mis inicios con el canto y ahora puedo decir que no concibo mi vida sin hacerlo. Cantar para mí es un ejercicio de vida, es algo que puedo entregar y además llega hasta lugares que ni siquiera puedo imaginar.

Es un regalo que nos ha sido otorgado para gozar y compartir, también para llorar y poder expresar lo que de otra forma no sería posible, lo que no se puede explicar con palabras ni con gestos. Poder cantar nos libera y nos alimenta a la vez, nos permite estar en comunión y nos entona con la vida. Todos los seres humanos podemos hacerlo, cultivarlo y disfrutarlo, claro que existimos los profesionales y los que hemos hecho de esto nuestra fuente de trabajo, pero las personas por naturaleza cantamos. Qué importa si te dicen que lo haces bien o mal. En mi experiencia como docente, me he encontrado con alumnos que llegan muy lastimados porque alguien les dijo que no podían, que mejor se callaran y la herida que han ocasionado en ellos es muy profunda, mucho más de lo que se pueden imaginar, porque cantar es un acto de honestidad y nos lleva a compartir desde lo íntimo.  Para lograr emitir un sonido saludable, necesitamos abrir nuestro cuerpo, prepararlo para la entrada de una gran bocanada de aire que nos permitirá exponer un sonido vigoroso y bello, pero sobretodo es necesario abrir nuestro corazón.

Y entonces es justo ahí cuando lo inesperado se convierte en entrañable, en este caso porque cantar es un acto de amor, empezando por el amor hacia uno mismo, en lo personal yo parto de la premisa de “yo canto porque me amo cantando” y así, es como la comunión entre el emisor y el receptor puede llegar hasta lo sublime. Los cantantes somos contadores de historias, relatamos pasajes de la vida a través de la música y partimos de frases tan naturales como “Bésame mucho”, “Contigo en la distancia” o “El amor es un pájaro rebelde”. Cada historia nos habla de lo sencillos que podemos ser y también de la pequeña línea que une la fragilidad de la fortaleza. Historias que se cuentan desde el corrido, el bolero, el tango hasta la ópera. Lo importante es reconocer que todo se trata de nosotros, la humanidad.

La fuerza del cantante radica en llegar a lo entrañable, a la esencia del ser humano y sanar las heridas del alma, expresar desde la raíz y conectarse con el cielo. Sin este mapa imaginario desde el centro de mi ser, para mí cantar no tendría sentido, por eso es tan importante transmitir el mensaje he invitar a cantar al mundo entero, que resuene la Tierra por nuestro canto, y no tengamos pena ni reparo en hacerlo. Ya Beethoven nos invitó a experimentarlo con su maravillosa sinfonía coral que hoy en día es el canto de la humanidad.

Así que los invito a dejarse sorprender por lo inesperado, a amar su sonido porque es único e irrepetible y sobretodo porque como lo mencioné anteriormente, cantar es un acto de amor.

 

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Autor: Lina Rodríguez

Cuando Rebeca me compartió su sueño de hacer esta revista sólo una idea cruzó por mi mente: “quiero participar”. Siempre he creído que nuestra voz expresa lo que pasa en nuestro interior, pero que sólo cuando procesamos todo lo que hemos vivido, llorado, amado, perdido, podemos hablar con nuestra verdadera voz. Una vez que logramos, ya sin dolor, acomodar y darle secuencia a los procesos experimentados, podemos decir que hemos superado esas vivencias para seguir evolucionando. Quienes me conocen a profundidad saben que he tenido en mi vida varias experiencias que la han hecho todo, menos aburrida, aunque al final estoy segura que la de todos es igual; así que si te parece bien, comencemos a platicar sobre lo que nos pasa y que tal vez nadie conoce, pero que al externarlo puede resonar y ser de ayuda. Si con nuestras palabras le ahorramos tiempo y lágrimas a alguien más, ya estamos avanzando.

Voy a permitir que mi voz exprese parte de mi esencia y deseo de todo corazón que resuene con la tuya para que junt@s construyamos hilos de experiencias únicas, porque yo como tú he reído, disfrutado, crecido, he sido feliz, pero también he llorado, fallado y caído. El reto no está sólo en vivirlo, sino en cómo seguimos adelante, así que sin mayor preámbulo te contaré la última ocasión en la que tuve que levantar mi voz muy en alto y decidí emprender la creación de una nueva agencia digital, que hoy cuenta con varias decenas de colaboradores y clientes.

Era una tarde de invierno, cuando bajé de un avión y me enteré durante el camino a casa que mi vida estaba destruida: la confianza, el amor de pareja, los planes en conjunto, la familia, la empresa. Todo se había ido por la borda y por una decisión de la cual yo ni estaba enterada y, mucho menos, había sido partícipe. En esos momentos, entre la desolación y la sorpresa, me encontré en la disyuntiva de levantar nuevamente la agencia que había formado varios años atrás y que era lo que me daba de comer en ese momento o, de plano, comenzar de la nada. Sí, como lo lees, de la nada, con 44 años encima, con una familia y el corazón destruido, sin autoestima, pero con la capacidad de escuchar y confiar en lo que los demás veían en mí, porque yo en esos momentos no podía reconocer mis propias cualidades, estaba por tomar una de las decisiones más importantes en mi vida.

La verdad me animé sólo porque Lucy*, mi mejor amiga, me dijo: “Si te quedas en ese lugar sería la tercera ocasión que levantas esa compañía; comienza tú por tu cuenta, no tengas miedo, ya lo has hecho antes varias veces, tienes todo para lograr el éxito. No hay más opción que saltar al vacío: te juro que traes paracaídas, sólo que no lo ves”. Así que tomé debajo de los escombros lo poquito de amor propio que me quedaba y el valor que estaba guardado en una caja de cristal, que tenía en la tapa la leyenda “rómpase en caso de emergencia”. Claro que la situación era extrema, creo que la más difícil en mi vida, pero reuní todo mi coraje y así comencé la que hoy es una agencia de comunicación digital completamente conformada y sólida. Ahora, después de varios años, que para algunos parecerán pocos, hemos generado tracción y estamos en franco crecimiento; esto, para quienes tenemos o hemos tenido compañías, es muy reconfortante pues sabemos que ya hemos superado el “valle de la muerte”.

Lo cierto es que este logro no puedo adjudicármelo yo sola, para nada. Afortunadamente tengo un gran motor que es mi hijo, una familia muy grande y extendida que me hace fuerte, amistades de a de veras que me ayudan a orientarme y nunca me sueltan y que, sobre todo, me aceptan porque, como cualquiera, no soy fácil, y francamente reconozco que soy más complicada que el promedio, pero ese es un secreto entre tú y yo.

Bien podría platicarte de cuántos y cuáles clientes tenemos, de los éxitos de nuestras estrategias, de la gente que asiste a mis conferencias y cursos, pero eso seguro lo puedes encontrar en otro lado. Yo lo que te quiero contar, porque de eso se trata la voz, es de lo que nadie nos dice, de lo difícil que puede resultar ser una mujer emprendedora, con sólo sueños en las bolsas y salir adelante.

Lo primero que tuve que hacer fue sentarme conmigo misma y decidir con toda franqueza qué quería hacer con mi vida, tanto personal como profesionalmente, y preguntarme qué sí estaba dispuesta a hacer y qué no era negociable. Por ejemplo, vivir con mi hijo y disfrutarlo lo más que pudiera, eso era un sí o sí; esforzarme al máximo para crear la agencia y no soltar mi sueño, también. Pero igual quería estar bien en lo personal, entonces debía asumir el reto de comenzar esta nueva aventura que me llevaría a conocerme a mí misma en un estado de soledad y donde, claramente, mi paz emocional no era negociable. También estaba dispuesta a aguantar los embates públicos, porque claro que se iban a dar.

Entonces marqué una ruta de acción, paso a paso, desde la constitución de la empresa hasta el funcionamiento de cada operación de la misma; finalmente esto no me era nuevo, ya lo había hecho con mi agencia anterior, y en las empresas en las que tuve la fortuna de colaborar siempre participé directamente con los dueños o con la dirección general. La diferencia ahora es que yo iba sola y, naturalmente, toda la responsabilidad de los aciertos y los errores caían en mi canasta: eso también aprendí a tomarlo.

Recuerdo la primera reunión en donde presenté la nueva agencia. Para mí fue un desastre: me puse muy nerviosa, la voz me temblaba, titubeaba en las ideas, mi nivel de energía estaba en -10. Presenté lo mejor que pude, pero sabía que no era mi mejor versión. Afortunadamente, para este prospecto resulté bastante convincente: contrató tres meses de servicio, que se convirtieron en la misma cantidad de años que ahora lleva la agencia.

Cuando salí de esa cita, me sentí tan mal que fui a un Starbucks a ahogar mis penas en un moka con soya. Ya sentada y en calma, mi voz interna salió a la luz y comencé a platicar conmigo. Lejos de regañarme y ponerme como chancla, por primera vez en mi vida fui consecuente para mí misma: acepté que mi estado anímico me había jugado una mala pasada, me señalé claramente los errores y los aciertos, hice consciencia de cómo iba a mejorar y cuáles serían mis acciones para el seguimiento de este cliente, así como el planear la manera en que iba a acercar a otros, porque huir y darme por vencida nunca ha sido mi estilo.

Ese día no sólo gané una cuenta, sino que aprendí a ser mi mejor amiga, me tomé de la mano, me abracé fuerte y me prometí ayudarme a recorrer lo que se venía, siempre en una posición propositiva y amable para mí, pero al mismo tiempo clara y honesta, porque al final era algo que yo siempre hacía con los demás, pero nunca conmigo.

Lo que quiero compartir al contarte esto es que, sin importar cómo se te ponga la vida, en verdad la mejor inversión que puedes hacer es en ti mism@, pero no sólo en el desarrollo de capacidades intelectuales, sino en aquello que te soporta en la vida: tu ser, tu corazón, el concepto de ti mism@, tu amor propio. Es tu viaje, tu voz, tú eres quien decide si te lo haces fácil aún en los peores momentos y de plano te dejas de pelear con el mundo para amarte tal cual eres, total, nadie va a cuidarte como tú mism@, porque además tampoco es su responsabilidad sino la tuya.

Recuerda: invierte y ámate a ti, cada día, cada instante, que eres el ser más valioso que tienes y deja que tu voz se exprese y toque más corazones.

 

* Obviamente mi mejor amiga no se llama Lucy, pero ni modo de balconearla, ya bastante tarea tiene con aguantarme.

 

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3 historias extraordinarias, mitos y realidades sobre la voz libre

 

 Por: Indira Pensado

 

Si liberas tu voz, liberas tu ser.

Kristin Linklater

 

La voz es el músculo de alma

Expresión del Roy Hart Theater

 

¿Qué sabes sobre tu voz?

¿Te has preguntado cuando fue que dejaste de cantar? ¿Alguna vez te dijeron que eras desafinado? ¿Te dijeron que gritar lastima la voz? ¿Te dijeron que calladita te veías más bonita? ¿Te dijeron que los hombres no lloran? ¿Juzgas tu voz?

Muchas de estos cuestionamientos los escucho constantemente como afirmaciones hechas por varios participantes a los talleres de voz que imparto desde hace mucho tiempo. Dichos estigmas me hacen preguntar qué es lo que hace que tengamos tantos juicios sobre nuestras voces. La mayoría de las personas que conozco han deseado cantar y muchos de ellos, no lo han hecho pues les dijeron que eran desafinados en algún momento o de plano les han dicho, un categórico “cantas feo”. La mayoría de las personas que se acercan a tomar mis talleres de voz juzgan mal sus voces.

¿De dónde provienen esos juicios?

¿Qué le parece a la humanidad tan escandaloso sobre llorar, gritar, reír fuerte y en general esas grandes expresiones de las que somos capaces? ¿Por qué el mensaje oculto de todo esto parece ser que expresarnos con libertad nos lastima?

Yo soy actriz de profesión y doy clases de voz en México desde hace alrededor de 20 años. Tuve la fortuna de encontrarme a 2 maestras extraordinarias en mi camino que me mostraron dos practicas vocales que se refieren y se basan en la libertad, a partir de estos encuentros me volví especialista en dichas prácticas.

¿Por qué es tan importante hablar de la libertad en la voz?

A lo largo de estos 20 años como actriz y como profesora de voz he considerado siempre las dos opciones: Liberar la voz contra censurar nuestras expresiones.

Me doy cuenta que tanto para el desarrollo de los actores a quienes me dedico a formar también desde hace años, tanto como para cualquier persona, la forma más saludable y equilibrada de vivir es poder acceder al rango y poderío vocal, que además propicia una equilibrio y salud mental.

HISTORIA 1: Alfred Wolfsohn y Roy Hart

En el año 2000 me encontré con una práctica vocal llamada Roy Hart. Se llama de tal manera, debido a que quien desarrolló mayormente sus materiales era en efecto Roy Hart (1926- 1975); un actor sudafricano que fue a estudiar teatro a Londres y ahí se encontró con el hombre que le cambiaría su vida: Alfred Wolfsohn (1896- 1962). Un judío berlinés que estudiaba música y que a los 18 años en 1896, fue llamado a participar a las filas del ejército como soldado en dicha guerra. En 1917 durante una cruenta batalla, fue alcanzado por una granada que le dejó en una situación dolorosa y complicada, estancado en el lodo en el campo de batalla. Ahí, quitándose una de sus botas, logró cruzar a rastras en medio del tiroteo. En su doloroso tránsito escuchó que alguien gritaba incansablemente por ayuda a su paso. Debido a su complicada situación en aquel momento, decide no ayudarle. Dicha decisión lo marca de por vida.

Cuando regresó a la vida civil normal lo hizo con serios problemas de estabilidad emocional pues padecía Shell shock, es decir neurosis de guerra. Después de un año, su enfermedad se agudizó y comenzó a tener alucinaciones auditivas, en las que escuchaba incesantemente los gritos de agonía que escuchó en batalla. Buscó sanarse en varias terapias sin éxito, y en alguna clase de piano que tomaba, se encontró con un maestro que le sugirió expresar esa angustia gritando mientras tocaba el piano.

La liberación y alivio que sintió al hacer esto fue tanta, que decidió seguir jugando con su voz de esa manera en relación con el piano. No sólo encontró salud mental y equilibrio personal, sino que además descubrió que a través de esta herramienta que mezclaba impulsos emotivos, cuerpo y voz, desarrollaba mayor rango vocal. Decidió entonces compartir estos materiales con un grupo de jóvenes estudiantes. Entre ellos estaba Roy Hart.

Roy Hart llegó a Londres a estudiar en la Royal Academy of Dramatic Art, RADA, una de las escuelas de teatro más prestigiadas de Reino Unido, y en cierto momento cruzó su camino con Alfred Wolfshon quien se volvió su maestro. Roy Hart, que era un actor talentoso con mucho carácter, se fascinó con los alcances del trabajo vocal expresivo que practicó con Wolfsohn. Junto con Marita Gunter, una compañera suya, fueron a un congreso de voz en donde mostraron que a partir del trabajo con vocal realizado con Wolfsohn, ambos tenían un rango vocal de hasta 7 u 8 octavas. Esto fascinó y hasta asustó a muchos dado que el rango vocal accesible es de hasta 5 octavas.  Al fallecer Wolfsohn, Roy Hart siguió con su investigación vocal/emotiva y corporal mucho más enfocada a lo escénico y performático y sigue dando clases con las bases que le heredó su maestro. De tal modo y con los conocimientos sobre el teatro, desarrolló una metodología muy expresiva para la voz en donde lo más importante es la exploración de la voz humana, sin prejuicios, implicando de manera muy lúdica, la voz, el cuerpo, la imaginación. Dentro de esta exploración todo cabe: voz hablada, cantada, gritos, llantos, risas y voces raras que en general son poco exploradas en los parámetros de belleza del mundo occidental.

Roy Hart formó una agrupación que, gracias a un apoyo, les es donado un castillo en el sur de Francia, en Malèrargue

s. Donde actualmente es aún la cede del Roy Hart Theater.

Roy Hart generó y compartió con el mundo un legado de jugar la voz humana sin cadenas y con enorme gozo. No escribió ningún libro, pues según se narra, él decía que sus libros serían sus alumnos.

Roy Hart y Alfred Wolfsohn. Archivo @Roy Hart Center

 

 

HISTORIA 2: Kozana Lucca y la llegada del Roy Hart a México

Tuve la fortuna de que Kozana Lucca (1940- 2010), fuese mi maestra de voz y quien me introdujese al linaje de conocimiento de Roy Hart y Wolsohn. Kozana era Argentina, de familia de músicos. Una soñadora incansable quien junto y a la par de su hermana Elena Lucca, ambientalista desarrolló los conceptos ecocentristas (donde la ecología y no el hombre es el centro) y los unió con intuición y sabiduría inmensa a las dinámicas de voz.  Kozana que venía exiliada de Argentina, de familia de músicos y que salió huyendo de su país por la dictadura, conoció a Roy Hart en Londres en un Concierto de Gritos (así lo narró ella) y quedó fascinada. Desde entonces se unió a su grupo y como era viajera audaz y docente incansable, viajó por todo el mundo formando formadores, compartiendo de manera generosa su práctica y sembrando la inquietud de dar voz, regalando sus estructuras con generosidad. Así estuvo en Europa, Asia, volvió a Argentina en cierto punto y llegó a México donde nos compartió sus herramientas vocales y pedagógicas a un grupo de actores que la seguimos.

Las clases de voz de Kozana, eran procesos desarrollados de ecología humana, clown y voz enlazados a partir de las herramientas de Roy Hart. Con ella aprendí que yo podía hacer lo que quisiera con mi voz, a jugar con ella, me enseñó sobre mi propia energía para el teatro y a ella le debo que me enseñó a dar clases, de esa manera única, como sólo ella podía enseñar, en donde todo se vuelve una celebración de la vida.

Kozana, ahora lo veo siempre estuvo adelantada a su época. Ahora se habla de cambio climático con mucha facilidad. Ella desde que la conocí, buscaba en todo lo que hacía un equilibrio y diálogo con la naturaleza y con el todo. De las últimas dinámicas que hice con ella, por ejemplo, fue un taller en la playa, donde cantamos, dibujamos en la arena, hicimos voz en el agua, pero además concreta y juguetonamente limpiamos ese espacio de basura mientras jugábamos con las voces. Reciclaje de energías.

Kozana Lucca. Archivo @Roy Hart Center

HISTORIA 3. Kristin Linklater

Mi querida y genial Maestra, Kristin Linklater (1936- 2020) nació en Orkney, Escocia. Estudió en London Academy of Music and Dramatic Art, LAMDA, una de las escuelas de teatro de mayor reputación en Reino Unido. Desarrolló una metodología de voz para actores con las herramientas que heredó de Iris Warren, su maestra de voz, legendaria en su país. Viaja a Estados Unidos y desarrolló la mayor parte de sus herramientas en este país, donde además fundó Shakespeare & Company y dio clases de voz y teatro en las mejores universidades de Nueva York. Creó la certificación para profesores en su propia metodología, en la que hay actualmente más de 100 profesores designados en el mundo y en la que yo soy una de las primeras profesoras designadas en México.

A los 76 años se jubiló de Columbia University donde dio clases de Voz y Shakespeare en la maestría de actuación y decidió regresar a su natal Orkney.  Ahí fundó en el año 2014 el Kristin Linklater Voice Center, KLVC. Parecía una locura fundar un centro de voz en lugar tan ventoso y lejano, y sin embargo desde su fundación, el Centro permaneció muy activo con los talleres que ella daba con personas de todo el mundo.  Tal parecía que regresar a sus tierras la rejuveneció y la calma y beneficios del paisaje le otorgaron además aún mayor lucidez para seguir reinventando de manera genial su propia metodología.  Ella hizo el llamado desde su lucidez y efectivamente, el mundo fue hacia ella.

En vida vio su libro traducirse al alemán, italiano, catalán, español, y a sus profesores designados por ella misma multiplicarse en todo el mundo. Su metodología actualmente es una de las más importantes prácticas vocales en la formación y entrenamiento de actores.

Kristin, aún en sus últimos años, viajó a China, Polonia, Italia, España en donde impartió conferencias y talleres sobre su método. en donde hasta su fallecimiento el 5 de junio del 2020, dio clases incluso en línea, hasta el último día de su vida.

Los fundamentos de su metodología tienen como base a la integridad de las personas, es decir, las personas como seres completos: Cuerpo/ Voz/ Pensamientos/ Emociones. La práctica Linklater encuentra a partir de diversas herramientas psicosomáticas basadas en prácticas corporales como Feldenkrais y Alexander, e incluso pensamientos complejos y sutiles traídos desde la neurociencia,  herramientas para que las personas accedamos a la liberación de nuestras voces, de nuestro ser,  a partir de una organización corporal que nos permita el  reconocimiento de hábitos de tensión para la reorganización de los mismos a favor de la libertad de nuestra voz, de nuestro pensamiento.

Kristin Linklater le regaló al mundo su lucidez de pensamiento a través de una metodología organizada.  Actualmente la práctica Linklater es una de las prácticas vocales más utilizadas en la formación de actores en Estados Unidos y Europa y de manera más reciente en Asia, Oceanía y en México.

Sus enseñanzas y pensamientos siguen muy vivos y activos gracias a la gran comunidad de profesores Linklater que ella se encargó de formar.  En cada uno de nosotros ella sembró esa semilla de la curiosidad y la fascinación por el conocimiento complejo y profundo.

Kristin Linklater dando clase en la Real Escuela Superior de Arte Dramático en Madrid, España, RESAD 2019.  Archivo personal Indira Pensado

 

Dar Voz en México                                   

A los mexicanos se nos reconoce en carácter a nivel mundial por nuestra alegría y desparpajo. Para bien o para mal, se nos liga a los álgidos y llorosos gritos de mariachis y a la fiesta.

Curiosamente tras ese estereotipo del mexicano, hay también una cultura bastante castigadora con respecto a los hábitos de libertad en nuestro cotidiano.

Tomando en cuenta las historias del linaje de mi entrenamiento vocal, tanto de Roy Hart, como Linklater, ambos basados en la libertad, me topo con sorpresa que aún en el siglo XXI soy capaz de escandalizar a cualquiera cuando se trata de sugerir una voz libre como una risa o un grito, y de hecho hasta por sugerir suspirar con alivio.

La cultura mexicana, además de su alegría natural, está llena de prejuicios, que por las razones que sean y de donde provengan, lo cierto es que nos han hecho una cultura alejada de nuestra corporalidad. Nos han enseñado a que es de mal gusto pensar en nuestros cuerpos, que es de mala educación para unos reír y para otros llorar o para otras enojarse y expresar el enojo.

Durante el tiempo que llevo dando voz en México puedo decir hasta con orgullo que soy aún capaz aún de causar sorpresa cuando hablo de voz, de cuerpo, de libertad y de lo que esto implica. También puedo decir que desde la herencia pedagógica de mi Maestra Kozana Lucca, recibí el don subversivo de la generosidad y de una pedagogía generosa y amorosa.

Aún me parece a mí misma sorprendente que la mayoría de las personas piensen que su voz no tiene que ver con su cuerpo y me impresiona aún más que haya tantas personas que crean con gran convicción que, si utilizan su voz en una expresión grande como un grito, por ejemplo, se lastimarán.

Estas ideas que abundan en el ambiente disfrazadas de verdades son como ese virus que nos ataca: invisibles y dañinos. Para mí son como las fake news.

A mí, por el contrario, lo que me parece escandaloso, es que se crea que una gran expresión nos lastima. Escandaloso también que teniendo cuerpo lo conozcamos tan poco, teniendo emociones les demos cabida tan poco. Que le dediquemos tan poco de nuestra energía y pensamientos a la inteligencia emocional.

Personalmente en mi formación como actriz y en el entrenamiento de estas prácticas vocales, puedo decir que liberar mi voz, ha desatado mi propia energía y me ha regalado sobre todo momentos de asombrosa y gran satisfacción como actriz y en mi vida entera. Lo mismo he podido ver en las personas con quienes comparto estas prácticas.

Desde hace más de 20 años que doy voz, me siento feliz de poder contribuir a desmitificar el que sonar nuestras voces con fuerza, es dañino. Me satisface apoyar a que las personas de nuevo podamos sentir aquella sensación de sencillo bienestar en donde se conjuga nuestro cuerpo, nuestro pensamiento, nuestras emociones y nuestra voz de manera equilibrada y contribuir además disminuir el gran vacío que existe sobre la educación emocional en nuestro país y en el mundo.

Tomando en cuenta la poderosa historia de Alfred Wolfsohn y la guerra, quiero entender que negar lo que nos acontece, es lo que nos daña, que ocultarlo nos enferma. Que censurar nuestras voces no sólo nos lastima, sino que además nos aleja de desarrollarnos como seres humanos de manera completa y plena y con la oportunidad de desarrollar pensamiento complejo a partir del gozo.

Invito así a que quien esto lea, a que sean subversivos: que se atrevan a hurgar en su propio ser, a develar sus angustias y anhelos con valentía y a buscar a partir de sus cuerpos, voces, intuición y pensamiento racional en equilibrio, una manera de vivir a partir del gozo y la satisfacción.

 

CDMX, 23 de mayo de 2021.

 

 

REFERENCIAS:

https://www.facebook.com/indira.pensado

https://www.instagram.com/indirapensado/

Médula Teatro

 

LINKLATER, Kristin. Freeing the Natural Voice, imagery and art in the practice of voice and Language. Ed. Drama

LINKLATER, Kristin. Freeing Shakespeare Voice. Ed. Drama

OCAMPO GUZMÁN, Antonio. La libertad de la Voz Natural, el método Linklater. Editorial UNAM.

 

Revista Paso de Gato con un Dossier completo dedicado a Kristin Linklater. https://pasodegato.com/Site/Tienda/index.php?id_product=1006&controller=product

 

Página oficial KLVC Orkney, Escocia.

https://www.linklatervoice.com/

 

Página oficial centro Linklater NY.

https://www.thelinklatercenter.com/

 

PIKES, NOah, Dark voices: the genesis of roy hart theatre

 

LUCCA, Kozana. Glisand’eau, Ecoute et voix sous l’eau. Ed. Le Souffle D’or. Francia, 2011.

 

Está la maravillosa investigación que hizo Carlos Albarrán en el repositorio de la UV.

Voces del Roy Hart en México.

(amplia investigación sobre este tema en donde se enfoca en las piezas para la escena de Hebe Rosell y mi Crastchep)

 

https://cdigital.uv.mx/handle/1944/49783

 

La página general del Roy Hart Centre.

https://roy-hart-theatre.com/

Los humanos somos seres de hábitos y rutinas. Nos tardamos alrededor de veinte años en desarrollar nuestra personalidad adulta y, al mismo tiempo, también desarrollamos las conductas y hábitos que serán parte de nosotros durante el resto de nuestras vidas.

Regulamos nuestros días por medio de las rutinas y el tiempo, ajustando las acciones y expectativas al reloj. Cuando ignoramos ese reloj, aunque sea por un rato, puede ser verdaderamente liberador. Pero, después de un tiempo, podemos empezar a sentirnos ansiosos o desorientados, lo cual hace necesario que regresemos a un itinerario, agendar actividades y a la rutina diaria.

Todo comienza muy al inicio de nuestras vidas, la principal tarea de un infante es sensibilizarse a la vida para construir o descubrir sus características, patrones y relaciones que existen en el mundo material, la gente y las cosas que lo rodean, y descubrir como es que cabe en ese mundo. Esto hace que encaje, le da seguridad y un sentido de pertenencia.

En una escala más amplia y a nivel físico, el orden debe hacer más que contribuir a la armonía estética, también tiene otras funciones. Al tiempo que asignamos un lugar para cada cosa sentimos que tenemos el control del mundo material en cual llevamos a cabo nuestra vida (casa, trabajo, escuela, etc.), debe hacer que las actividades diarias sean más eficientes y fluidas, y reduce el estrés y frustración que puede ocasionarse al extraviar cosas y perder tiempo valioso en buscar esos objetos perdidos. Ser organizado nos ahorra tiempo y frustración, en cambio nos da un sentimiento de éxito, especialmente tras lograr acciones organizadas.

Tener estructura en el tiempo impacta directamente cómo nos sentimos, las rutinas predecibles (tanto las nuestras como las de quienes nos rodean) nos da seguridad y los ritmos diarios son indicativos claros de que todo está bien y va de acuerdo a lo esperado. Cuanto la gente va y viene de acuerdo a lo planeado, las cosas suceden a tiempo (salida y puesta del sol, desayuno, comida y cena, las clases, las campanadas de la iglesia, el avión que llega, etc.) nos relajamos ya que así sabemos que nuestro mundo está en orden.

Cuando el COVID-19 se apareció en nuestras vidas puso todo de cabeza creando caos a nivel mundial Lo primero que pasó fue que causó incertidumbre en todas las personas que habitamos este planeta. Después, todo el mundo se silenció cuando nos ordenaron confinarnos. Al tiempo que todos permanecimos en confinamiento buscamos nuevos patrones y orden, reorganizamos nuestro espacio para acomodar la oficina y la escuela en casa y creamos nuevos itinerarios. Eso, por lo menos, nos dio un nuevo orden y cierto grado de certeza al cual aferrarnos.

Lo que se considera como “ordenado” varía entre una persona y otra. “El orden no se puede medir es, más bien, una manera de vivir. Cada uno de nosotros ve la vid desde nuestro particular punto de vista,” dijo la diseñadora industrial Rita Pohle.

El orden facilita y enriquece la vida y el orden exterior implica orden interior. Pero cuando prevalece el caos, y tiene gran alcance, puede ser estresante. Si el caos prevalece durante un largo periodo de tiempo empieza a afectar la salud física y emocional, causando daño en la vida de las personas.

Mientras más repetimos algo son mayores las probabilidades de que se convierta en hábito. Cuando la gente tiene hábitos saludables, mantienen cierto nivel de flexibilidad lo cual refleja salud física y emocional e implica que es una persona equilibrada, madura y productiva.

Pero ¿qué pasa en ese místico mundo dentro de nuestra mente cuando el mundo se afecta a tal grado como ha sucedido por la pandemia COVID-19? ¿El comportamiento bajo estrés es predecible? ¿Racional? ¿Entendible? Las respuestas pueden ser inquietantes.

Cuando estamos estresados nos convertimos en esclavos del orden y de nuestros hábitos porque nos brindan certeza y alivio, pero fácilmente podemos adoptar comportamientos insanos y obsesivos que pueden convertirse en hábitos si los repetimos día tras día. El confinamiento y la incertidumbre de cómo se desarrollará la pandemia así como el riesgo que esto implica para nuestra salud y nuestra vida, nos ha llevado a vivir bajo altos niveles de estrés durante prácticamente dos años ya, un periodo de tiempo realmente largo, de modo que podría ser que ya nos excedimos con respecto a los hábitos de control y las actividades obsesivas… puede ser que ya sea tiempo de pensar qué tanto hemos tratado de compensar estas condiciones extraordinarias y revisar de manera consciente los hábitos y rutinas que hemos implementado para sobrevivir a esta situación.

Tal vez deberíamos relajarnos un poco, dejar de operar automáticamente en modo “fin del mundo” y crear de manera consciente un modo de vida post-pandemia.

Volvamos a buscar lo que nos gusta, nos alegra, lo que nos motiva, aquello que nos emociona y también lo que nos hace suspirar…

 

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Autor: Jazmín Fajardo

 

Mi voz, esa que difícilmente se calla porque me enseñaron a no tener miedo, a decir lo que pienso y creo.

La de matices graves, pero alegres; la que a veces se torna infantil cuando se proyecta hacia un ser amado, porque a través de ella se expresa mi niña interior juguetona y valiente que, en busca de aceptación, desea ser querida y abrazada.

Mi voz acaricia la luna por la noche, canta y agradece la luz por las mañanas; consuela y sabe dar certeza a los demás, porque se conecta al corazón para traer calma en tiempos de incertidumbre.

Alquimista que dibuja mi futuro e invita al universo a conspirar a mi favor. Es guardiana y guerrera que custodia mi presente y tejedora de las risas, anécdotas e historias que hilvanan mi pasado.

Emite frases que quizá pueden sonar mandonas o exigentes, pero en realidad buscan generar certeza, empatía y unidad a su alrededor.

Mi voz es poderosa y se escucha más fuerte cuando la uso para pronunciar palabras de amor y respeto hacia el otro; no escatima en los ‘te quiero’, ‘me importas’, ‘te admiro’ o los ‘todo va estar bien’.

A veces prefiere el silencio y convertirse en un abrazo, para dejar que el tiempo se encargue de todo…

Mi voz, la que se quiebra y se torna frágil ante el dolor propio o ajeno. La que elijo levantar siempre ante las injusticias ya sea sola o al fundirse con las de otros.

La que siempre se atreve a preguntar, porque gusto de aprender cosas nuevas. La que a veces se tropieza y emite palabras a mil por hora, porque mi mente, que suele ser más veloz que ella, la apresura y avasalla con todas sus locuras e ideas.

Mi voz, la que prefiero auto censurar, cuando se trata de juzgar, criticar o sentenciar a otros, pero puede ser dura, implacable y difícil de callar, cuando se trata de hacer juicios sobre mí. Porque amarme, perdonarme y aceptarme con todos mis matices, contrapuntos y notas fuera de tono, es quizá la partitura más retadora que he venido a interpretar en esta vida.

Mi voz, la que nunca se callará cuando se trate de hablar de mi México, sus raíces, sabores, mil colores y de su gente. La que no se cansa de agradecer esta vida y todas las bendiciones y maestros que ha puesto en mi camino.

La que hoy necesita decirle al mundo que, a través de ella, de nuestra voz, todos tenemos la herramienta y el regalo más poderoso para crear nuestra realidad y cristalizar todos los sueños que habitan en nuestro corazón.

 

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