Autor : Rebeca Dallal

Desde el primer momento que los vi sentí que eran una parte de mí, literal. Durante varias semanas pasaron muchas horas junto a mí y dependían de mi por completo; cuando mucho estaban a unos metros de distancia.

Al pasar los meses aprendieron, poco a poco, a hacer algunas cosas solos y la distancia aumentó a otros pocos metros más.

Con el tiempo pudieron trasladarse por si mismos, pero siempre dentro de mi rango de visión.

Luego empezaron a tener sus propias actividades, durante horas se iban a sus propios espacios y actividades; estos tiempos fueron en aumento hasta que llegó la pandemia y entonces, como pasó en todo el mundo, estábamos en el mismo lugar otra vez todo el tiempo.

El Covid19 empezó a ceder y fuimos reintegrándonos a nuestras actividades con los ajustes que eso implicaba y regresando a los espacios de estudio, trabajo y diversión… cada quién a los suyos.

Pero ahora, de un día para otro, así… de sopetón, estarán a 9,500 kilómetros de distancia. Y así está bien. No quiere decir que no los extrañaré, seguro lo haré, y mucho! Pero estoy segura de que a esa distancia, en ese lugar, estarán bien, encontrarán oportunidades increíbles, tendrán experiencias memorables y podrán construirse un mejor futuro.

Hoy le regalo a mis hijos la oportunidad de vivir en un lugar donde es posible vivir tranquilo en crear una vida en la que puedan encontrar y hacer las cosas que les apasionan; que llenen sus recuerdos de lugares hermosos y llenos de historia; que agreguen a sus agendas amigos de diversas nacionalidades, creencias conocimientos; que encuentren dónde desarrollar su pasión y dónde aprender lo que más les interesa.

Hoy, aunque a 9,500 kilómetros de distancia, sé que están bien y que, aunque los extrañe mucho, estoy tranquila porque ya empezaron a construir la vida que merecen.

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Siempre nos quejamos de que no tenemos suficiente tiempo para hacer las cosas que queremos. Entonces llega la pandemia, nos mandan a encerrarnos en casa y muchos nos quedamos sin qué hacer… de pronto tenemos mucho tiempo libre.

Pero resulta que, en lugar de ponernos a hacer lo que tanto anhelábamos cuando la cotidianeidad robaba nuestras horas, ahora nos encontramos sin hacer, con una depresión latente.

Disponer de tanto tiempo libre lo convierte, más bien, en un vacío.

Tantas lecturas pendientes, tantos libros en el estante con letras bien formaditas. Lienzos en blanco y paletas de colores ansiando ser mezclados. Notas musicales impresas esperando su turno junto a un chelo, un piano, una flauta dulce o una batería. Pero la lectura parece aburrida , la música no se escucha igual y los colores no brilla como antes. En lugar de devorar letras, palabras y páginas imaginando mundos, se transforma en una lectura falsa, deprimida y carente de emoción. En lugar de crear nuevos tonos y matizarlos para pintar paisajes nunca imaginados, los colores se apagan esperando la inspiración. En vez de que las notas musicales hagan vibrar las cuerdas, los metales o que las baquetas golpeen los tambores, los ritmos ya no nos mueven igual.

En el vacío no cabe ni la creatividad.

Tal parece que podemos equiparar estos últimos meses a lo que sucede durante un conflicto bélico. Parece como si estuviéramos viviendo una especie de fragmentación en el tiempo. Ahora bien, me parece que las condiciones que este compás de espera crea, el impacto cultural y los nuevos elementos que provocará, serán lo que genere el próximo presente de esta generación. Y sí, será comparable a lo que sucede a causa de una gran guerra.

Veamos, la creatividad es una nueva combinación de viejos elementos. La capacidad de hacer nuevas combinaciones de viejos elementos depende de la capacidad de ver las relaciones entre tales elementos. Cuando estamos en una situación como una pandemia o una gran guerra, la mente se llena de pensamientos preocupantes sobre el contagio, el distanciamiento social, el equipo personal de protección que debemos usar, la nueva variante del virus y si nuestra vacuna nos da suficiente inmunidad. La mente se da cuenta que algo no está bien y aumentan los pensamientos repetitivos y rumiantes, causando dificultad para concentrarse y dormir, y aumentando la cantidad de pesadillas. Este tipo de pensamientos repetitivos y pegajosos que no llevan a ninguna parte contrastan con los pensamientos libres y ondulantes, característicos de los sueños y la creatividad.

El pensamiento espontáneo y libre es el que nos permite ver las relaciones entre las ideas y elementos de nuestra mente; es el que ayuda a crear nuevas conexiones y ver las cosas conocidas de manera diferente. En contraste, cuando nuestra mente está ocupada con pensamientos negativos o preocupantes no hay lugar para convertir lo que leemos, vemos o escuchamos en nuevas imágenes o sensaciones ya que no hay suficientes nuevas conexiones. Del mismo modo, en nuestra mente no hay lugar para dejar que nuestros pensamientos viajen libres buscando asociarse de manera diferente permitiéndonos escribir un libro, pintar un cuadro o componer una canción.

Volvamos a la pregunta: ¿qué impacto cultural provocará la pandemia y qué nuevos elementos formarán el próximo presente de esta generación? La respuesta sólo la dará el paso de los meses o años. Será interesante ver pasar el tiempo entre oleadas de este COVID-19 y, después de un tiempo prudente de la última oleada, encontrar los elementos visuales y auditivos que identificaremos como emblemáticos del principio de la segunda década del siglo XXI.

 

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Autor: Rebeca Dallal

Los medios de comunicación juegan un papel crítico en una campaña ya que crea el enlace entre los partidos políticos, los candidatos y los ciudadanos. La gran extensión (y en aumento) de su cobertura los convierte en una herramienta que actualmente se utiliza para consolidar ideologías y Encuadres[1], particularmente en los modelos democráticos. Esta cobertura se sirve de las noticias y los formatos diversos que ofrecen las redes sociales para transmitir la información a los ciudadanos, quienes eventualmente tomarán sus decisiones basadas en esa cobertura mediática[2].

Los estrategas de campaña buscan encuadrar la campaña electoral en torno a temas que favorecen a su candidato, obviamente. Para un equipo eso puede requerir vincular al oponente con temas adversos, como recesión económica, violencia, etc. De tal modo que es necesario ejecutar varios métodos para definir con fuerza la estructura deseada. Una de ellas es lograr que tanto portavoces oficiales como personajes de alto perfil no ligados de manera oficial con el candidato pasen un sinfín de horas hablando en programas de radio, tv y medios digitales, así como a públicos a todo lo largo y ancho de la demarcación donde se llevará a cabo la campaña. De igual manera, el candidato debe presentarse a entrevistas con la prensa, emitir comunicados oficiales cuando los eventos de coyuntura requieran una reacción, y correr numerosos anuncios en diversos medios. Estas tácticas se utilizan con el fin de dictar línea en la campaña electoral, ya sea sobre qué temas se discutirán y cómo será el debate, en una manera vertical de arriba hacia abajo con disciplina y control. Durante este proceso, cuando la relevancia del candidato así lo requiera, también participarán líderes de los diversos partidos en las Cámaras utilizando estructuras afines y contrarias para definir los términos de el debate en el Congreso. También se verán involucrados grupos de interés de manera similar para crear debates en temas controversiales y populares para posicionarse a favor o en contra de los candidatos, propios y contrincantes.

Cabe reconocer que, en ocasiones, cuando este proceso es centralizado y de arriba hacia abajo, puede disminuir la credibilidad y la aceptación masiva de formatos y mensajes, especialmente si el público o los seguidores potenciales visualizan la información como proveniente de una campaña en particular. La credibilidad de una fuente puede tener un fuerte impacto en la capacidad que el público tenga de aceptar Encuadres de alguna fuente en especial. Cuando en una campaña sucede tal cosa es necesario complementar la visión vertical con la participación de personajes voluntarios que no pertenezcan a la misma estructura. Durante una campaña se espera que, si parte de los mensajes provienen de aparentes voluntarios, esto puede resultar más creíbles y persuasivos tanto a los voluntarios como al público en general.

Para tales efectos se puede cultivar una red de apoyo de personas que pertenecen al público general, tal como en el caso de las campañas de Obama (2008 y 2012), y permitirles que contribuyan a definir los términos y el tono del debate, tanto a nivel colectivo como individual. Este grupo de apoyo se puede construir a través del canvaseo, pero tendrá mucho mayor impacto si se utilizan medios y herramientas digitales para crear, diseminar y ampliar los Encuadres. En algunas campañas se puede extender la riqueza de recursos para comprometer ciudadanos de apoyo, quienes a su vez contribuirán con características únicas de acuerdo a los intereses específicos de su comunidad.

Caso de estudio: Campaña de Barack Obama 2008

El equipo de campaña de Obama habilitó un sitio web que contenía videos, discursos, fotografías y manuales que proveían a la gente con materia prima para crear su propio contenido de apoyo para Obama. Gracias a esto quienes lo apoyaban crearon más de 400,000 publicaciones de blog en el sitio. La campaña nunca habría podido crear tanto contenido por sí misma, y fue mejor que no lo hayan hecho ya que el contenido en video auténticamente generado por los usuarios era más convincente y ganó más apoyo que las producciones oficiales ya que tenía un grado de confiabilidad más alto debido a que lo generó gente con creencias similares, compartían la misma visión política o tienen la misma edad o género que quienes vieron tales videos. Las campañas de Obama son siempre un referente debido a la gran influencia que tuvieron las Redes Sociales, sin embargo, el gasto en medios tradicionales fue mucho mayor ($352 millones USD) que en internet ($38 millones USD), aunque el impacto en internet fue mayor debido a todo el contenido creado por usuarios. Bien vale la pena adoptar esto como buenas prácticas.

Cada una de las publicaciones en facebook, twitter, Instagram, TikTok, videos de YouTube, podcasts, correos electrónicos, llamadas y conversaciones en personas ayudan a encuadrar una campaña. El día de la elección la actividad en línea debe aumentar entre un 30% y un 50% si es que la estrategia se hizo correctamente; además, debe aumentar más que la actividad de los contrincantes. Cabe recordar que los resultados de encuestas en línea no son vinculantes al resultado de las urnas, ya que hay que destacar que muchas regiones no cuentan con una penetración de internet relevante, pero sí representan una cantidad importante de votos, especialmente en países en vías de desarrollo.

Las tácticas en línea no eran posibles hace 20 años; tampoco tenían la misma magnitud y peso hace 10 años. Esto nos lleva a pensar en la importancia del papel que juega la tecnología al encuadrar una campaña. Aun más, en marzo del 2020 el confinamiento global debido a la Pandemia de COVID-19 fue un catalizador para que las personas adoptaran y usaran mucho más el internet. De acuerdo a la revista Forbes, el uso de internet creció entre 50% y 70% debido a la pandemia, Pew Research ubica este crecimiento en 58%.

Si sumamos el aislamiento social o la “sana distancia” que la pandemia nos obliga a tener con el incremento del uso de internet, podemos entender que la relevancia del uso de los medios digitales para encuadrar una campaña electoral se ha incrementado exponencialmente, lo cual nos obliga a diseñar una estrategia de comunicación otorgando gran peso a los mensajes que se van a difundir por estos medios, pero sin descuidar la comunicación que se realice en medios tradicionales, en las calles y la del propio candidato en persona. Esto será tema a desarrollar con más detalle en un texto aparte.

[1] El concepto del framing (en español: ‘marco’ o ‘Encuadre’) viene de las ciencias sociales. Un frame es una estructura cargada de sentidos que utilizamos para interpretar lo que percibimos desde el marco de referencias que tenemos como sujetos sociales y políticos. Framing es un término que se encuentra frecuentemente en la sociología y los estudios de los medios de comunicación. El científico social Erving Goffman (1974), definió al frame o Encuadre como un esquema de interpretación que permite a los individuos percibir, etiquetar, ordenar, seleccionar e interpretar los sucesos o situaciones del entorno. Bajo estos linea­mientos se desarrolló la corriente del i­ssue o frame-estratégico. Esta teoría sostiene que el apoyo hacia una propuesta política determinada aumenta si se logra dominar la discusión pública sobre el tema en cuestión.

[2] Matthes, J. (2012). Framing politics: An integrative approach. American Behavioral Scientist , 56(3), 247-259. doi: 10.1177/0002764211426324

 

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Humans are creatures of habit and routine. It takes us around 20 years to develop our adult personalities, meanwhile, we’re also developing the behaviors and habits that will stay with us for a lifetime.

We regulate our days by routine and time, welding actions and expectations to the clock. When we ignore the clock, if only for a brief period of time, it can be liberating. But after a while, we may become anxious or disoriented, needing to return to a timetable, scheduled activities and daily routine.

It all stars at the very beginning of life, the job of a young child is to make the world sensible, to construct or discover the properties, patterns, relationships that exist in the material world of people and things that surround it and to figure out where he or she might fit in. This makes the child fit in, provides safety, and gives a sense of belonging.

On a broader and more physical scale, order should do more than contribute to aesthetic harmony, it also serves other functions. As we assign a place for each thing, we feel in control of the material world in which we carry out our lives (home, work, school), it should make daily activities more efficient and fluent, and it reduces the stress and frustration that can be caused by losing things and spending precious time looking for them. Being organized saves a lot of stress and provides a sense of success, especially right after achieving organized tasks and avoiding mishaps.

Structure in time impacts how we feel, predictable routines (ours and the ones of those who are close to us) provide security and daily rhythms are clear indicators that everything is all right, going as expected. When people come and go on schedule, things happen on time (sunrise and sunset, breakfast, lunch, dinner, school, church bells, buses, trains, airplanes, etc.), we relax knowing that our world is in order.

When COVID-19 showed up in our lives it turned everything upside down, creating world-wide chaos. The first thing that happened was it caused uncertainty for everyone in this planet. Then, the whole world went quiet when confinement began. As we all stayed home, we searched for new patterns and order, we re-arranged our space to accommodate our office and school areas and we created new schedules. That, at least, gave us order and a certain degree of certainty to hang on to.

What passes as orderly, varies from person to person. “Order is not measurable, rather it’s an approach to life. Everyone of us views the world from o

ur own individual standpoint,” said interior designer Rita Pohle.

Order eases and enriches life, and order on the outside means order in the inside. But when chaos prevails and reaches far and wide it can be stressful. If chaos goes on for a long period of time it starts affecting emotional and physical health, wreaking havoc in peoples’ lives.

The more we do something over and over again, the more likely that behavior will be turned into a habit. When people have healthy habits, while maintaining a certain degree of flexibility, it most surely reflects emotional and physical health and will speak of a balanced, mature, and productive person.

But what happens in the mystical world of our brain when the whole world is affected in such a broad way as the COVID-19 Pandemic has? Is your behavior under stress predictable? Rational? Understandable? The answers may be unsettling.

When under stress, we become slaves of our habits and order because they provide certainty and relief. But we can easily begin adopting unhealthy, obsessive behavior which can become a habit as we do it day after day. Confinement and the uncertainty of how the Pandemic will evolve as well as the risk this poses for our health and life have made us live under great stress for almost two years, a truly long period of time, so we might have overdone it with controlling habits and obsessive behaviors… it may be time to think over how much we have tried to compensate these extraordinary conditions and consciously review the habits and routines we have implemented to strive hardship.

Maybe we should relax a bit, stop operating in automatic “end of the World” mode and consciously create a post-Pandemic way of life.

Let’s go back to seeking what we enjoy, what motivates us, what makes our hearts skip a beat and what makes us sigh…

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La información nos bombardea por todas partes. En televisión y radio, de la manera tradicional, en los noticieros y cortes informativos. En redes sociales a través de un sinfín de páginas de noticias y no faltan los amigos que comparten publicaciones con la información del momento. Bueno, hasta en los grupos de Whatsapp nos mandan el chisme del día. Pero en todo este infinito mar de noticias, ¿cuántas son de las cosas que realmente importan?

En estos días de casi mediados de abril la atención de todos se ha ido hacia un logotipo del aeropuerto, en vías de construcción, el Aeropuerto Felipe Ángeles. Que si los colores no contrastan y no tienen fuerza; que si los elementos elegidos son demasiados; que si la síntesis y el tratamiento no son uniformes; que si al avión le falta una turbina; que si el avión va a chocar con la torre de control; que si el mamut no se distingue… ¿Qué hace ahí el mamut?

Mientras todos opinamos, escuchamos y compartimos memes sobre el aeropuerto, en México suceden estos temas críticos:

– La aprobación del registro de datos biométricos en telefonía celular

– Nuevos libros de texto doctrinarios, a confesión expresa de Marx Arriaga y López Obrador

– Ataque al INE (generalizado)

– Salgado Macedonio y Mario Delgado amenazando abiertamente a las autoridades electorales y movilizando a la sociedad civil

– Mentiras de María Elena Álvarez-Buylla, directora del CONACYT, sobre la vacuna Covid-19 que se está desarrollando en México

– El personal de salud del sector privado sin vacunar, decisión recalcitrante del gobierno, aún ante la amenaza de una tercera ola de Covid-19

– Propuesta de 7% de aumento del costo de servicios de streaming (Netflix, Disney+, etc.)

– 190,000 muertes por COVID que podrían haberse evitado, pero no fue así por el mal manejo de la pandemia por parte de nuestras autoridades

– Centenas de millares de empresas quebradas por la crisis económica (reforzada por el confinamiento de la pandemia) con millones de personas y familias sin un ingreso

– Falta de medicamentos, básicos y especializados (como los tratamientos contra el cáncer, VIH, psiquiátricos, entre otros)

– La aprobación de una iniciativa para integrar a militares al Consejo General de Investigación Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación, aumentando el poder de la milicia

Y lo que se escucha y se lee en todas partes son las críticas al logotipo del aeropuerto que todavía no existe.

Sin poder definir una fecha específica, si podemos afirmar que hemos perdido la brújula de lo importante, de los temas que tienen un impacto real en la vida de las personas.

De acuerdo con la Pirámide de Maslow, entre las necesidades básicas de una persona están su alimentación, salud, descanso, seguridad y familia; en México hay más de 60 millones de pobres. Aproximadamente la mitad de la población (cifra que sigue en aumento) no tiene cubiertas sus necesidades básicas, lo cual sí debería ser una prioridad.

Los ciudadanos hemos tolerado y sido cómplices de que nuestro gobierno se olvide de sus promesas de campaña, distraiga su atención en intereses partidistas y personales, y se pierda en luchas de poder. Los ciudadanos hemos sido envueltos en el torbellino de chismes de políticos y candidatos que, más que servidores públicos, son actores, cantantes y deportistas que buscan fama y poder, lo cual nos hace perder de vista nuestras necesidades.

Mientras tengamos la mente nublada con chismes y escándalos no podremos identificar las prioridades y, mucho menos, exigir a nuestras autoridades que se enfoquen en resolverlas.

Las elecciones más grandes de la historia de México están a la vuelta de la esquina, valdría la pena poner atención a lo que realmente importa, conocer a los candidatos, reflexionar un poco y votar con nuestras prioridades en mente. ¿No cree usted?

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Escribo esto en una laptop, con mi teléfono móvil junto a mi, tocando música de Rod Stewart (en Spotify) en una bocina bluetooth. Tengo abiertos facebook, twitter (con 5 cuentas), Instagram, Pinterest y tres cuentas de correo electrónico. Espero una reunión virtual por Zoom alrededor del medio día y trabajo de manera colaborativa en una presentación para una propuesta de comercialización.

Esto es un día muy común para mi, pero también para lo es, ahora, para muchas personas en todo el mundo. El trabajo y los estudios en tiempos de Covid se llevan a cabo en casa, desde el aislamiento social. Para algunos esto ya era acostumbrado, aunque lo más seguro es que se combinara trabajar desde casa y asistir de manera ocasional a reuniones con clientes y compañeros de trabajo. Hoy las actividades se vuelven primordialmente remotas y cada uno trabaja desde su casa conectado por lo menos con una decena de personas de manera cotidiana, pero solos.

La situación que vivimos actualmente presenta nos contrastes en varios aspectos, lo que vemos en realidad no corresponde con lo que leemos y escuchamos, es decir, hay una disonancia cognitiva.[1] Por un lado, los noticieros reportan sin cesar las cifras de contagiados y fallecidos, las redes sociales publican a toda hora sobre los hospitales saturados y no paran los Whatsapp con audios y videos alarmantes. Por otro lado, si salimos a la calle hay tranquilidad como nunca: no hay tráfico ni aglomeraciones, casi no hay contaminación; vamos, incluso afuera de los hospitales, como la zona de hospitales al sur de la Ciudad de México, y todo aparece en paz. ¿Cómo no sentirnos confundidos? ¿Cuál de los dos escenarios debe creer nuestra mente?

En casa, la gente que trabaja se levanta temprano y se conecta con sus compañeros de oficina cuando empieza la jornada laboral y el día transcurre entre videoconferencias, el ir y venir de correos electrónicos con archivos de información, incontables Whatsapp que sustituyen los encuentros en los pasillos de la oficina, y una que otra llamada.

Los estudiantes siguen instrucciones precisas de los directivos y maestros de sus escuelas respecto a horarios, plataformas de colaboración, horarios de interacción con los profesores y responden ejercicios y evaluaciones en línea. Se comunican con sus compañeros ya sea por Whatsapp, o usando chats en Instagram, facebook o cualquiera de las otras plataformas de moda.

¡Y qué decir de las actividades sociales que ahora se llevan a cabo en línea como los cumpleaños, graduaciones, catas virtuales, hasta citas concertadas en las aplicaciones para encontrar pareja!

Pero todos ellos, están solos. Al voltear hacia un lado y hacia otro, todas esas personas con las que establecen contacto, no se encuentran físicamente ahí. Todos los compañeros de trabajo y de salón están en otro lugar; se escucha su voz, incluso se ve su imagen en movimiento, pero no se pueden tocar. Otra disonancia cognitiva. Casi todos sus sentidos les dicen que están rodeados de gente, pero están solos.

Aunque varios de nuestros sentidos nos dicen que hay otra persona frente a nosotros, faltan datos importantes que no permiten que nos creamos por completo que los demás están físicamente junto a nosotros, lo cual genera confusión y estrés, aunque sea a nivel subconsciente. Hace falta que podamos sincronizarnos con la otra persona, pero para eso es necesario ver el lenguaje corporal y a través de miradas (detalles que no se aprecian en una pantalla) y falta, de manera muy importante, lo que sucede cuando nos saludamos de mano o de beso y con un abrazo. Tampoco se puede replicar en una fila de ventanas con la imagen de todos el barullo y ambiente en un restaurante o bar, esenciales en una cita o salida con amigos.

Hay cosas que nos se puede replicar en pantalla, por lo que debemos dejar de esforzarnos, dejar de compararlo con la vida real esperando que satisfaga todas nuestras necesidades de contacto social. Es necesario entender que vivimos tiempos de aislamiento, de contacto humano limitado. Sin duda, estar conectados de manera digital facilita las actividades y aligera el aislamiento, pero debemos enfocarnos en conocer y aprender las nuevas maneras de convivencia humana y los ajustes que deberemos hacer para regresar a una nueva normalidad. O, usted ¿qué opina?

[1]  Tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones (cogniciones) que percibe una persona que tiene al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias. Es decir, el término se refiere a la percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas.

 

Durante las últimas semanas centenas de miles de organizaciones y centros educativos en todo el mundo trasladaron sus actividades al mundo digital y esto ha hecho evidentes varios problemas que tendrán que irse resolviendo poco a poco ya que requieren de un proceso más elaborado y largo que solamente usar la tecnología. En pocos días [...]
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