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Escribo esto en una laptop, con mi teléfono móvil junto a mi, tocando música de Rod Stewart (en Spotify) en una bocina bluetooth. Tengo abiertos facebook, twitter (con 5 cuentas), Instagram, Pinterest y tres cuentas de correo electrónico. Espero una reunión virtual por Zoom alrededor del medio día y trabajo de manera colaborativa en una presentación para una propuesta de comercialización.

Esto es un día muy común para mi, pero también para lo es, ahora, para muchas personas en todo el mundo. El trabajo y los estudios en tiempos de Covid se llevan a cabo en casa, desde el aislamiento social. Para algunos esto ya era acostumbrado, aunque lo más seguro es que se combinara trabajar desde casa y asistir de manera ocasional a reuniones con clientes y compañeros de trabajo. Hoy las actividades se vuelven primordialmente remotas y cada uno trabaja desde su casa conectado por lo menos con una decena de personas de manera cotidiana, pero solos.

La situación que vivimos actualmente presenta nos contrastes en varios aspectos, lo que vemos en realidad no corresponde con lo que leemos y escuchamos, es decir, hay una disonancia cognitiva.[1] Por un lado, los noticieros reportan sin cesar las cifras de contagiados y fallecidos, las redes sociales publican a toda hora sobre los hospitales saturados y no paran los Whatsapp con audios y videos alarmantes. Por otro lado, si salimos a la calle hay tranquilidad como nunca: no hay tráfico ni aglomeraciones, casi no hay contaminación; vamos, incluso afuera de los hospitales, como la zona de hospitales al sur de la Ciudad de México, y todo aparece en paz. ¿Cómo no sentirnos confundidos? ¿Cuál de los dos escenarios debe creer nuestra mente?

En casa, la gente que trabaja se levanta temprano y se conecta con sus compañeros de oficina cuando empieza la jornada laboral y el día transcurre entre videoconferencias, el ir y venir de correos electrónicos con archivos de información, incontables Whatsapp que sustituyen los encuentros en los pasillos de la oficina, y una que otra llamada.

Los estudiantes siguen instrucciones precisas de los directivos y maestros de sus escuelas respecto a horarios, plataformas de colaboración, horarios de interacción con los profesores y responden ejercicios y evaluaciones en línea. Se comunican con sus compañeros ya sea por Whatsapp, o usando chats en Instagram, facebook o cualquiera de las otras plataformas de moda.

¡Y qué decir de las actividades sociales que ahora se llevan a cabo en línea como los cumpleaños, graduaciones, catas virtuales, hasta citas concertadas en las aplicaciones para encontrar pareja!

Pero todos ellos, están solos. Al voltear hacia un lado y hacia otro, todas esas personas con las que establecen contacto, no se encuentran físicamente ahí. Todos los compañeros de trabajo y de salón están en otro lugar; se escucha su voz, incluso se ve su imagen en movimiento, pero no se pueden tocar. Otra disonancia cognitiva. Casi todos sus sentidos les dicen que están rodeados de gente, pero están solos.

Aunque varios de nuestros sentidos nos dicen que hay otra persona frente a nosotros, faltan datos importantes que no permiten que nos creamos por completo que los demás están físicamente junto a nosotros, lo cual genera confusión y estrés, aunque sea a nivel subconsciente. Hace falta que podamos sincronizarnos con la otra persona, pero para eso es necesario ver el lenguaje corporal y a través de miradas (detalles que no se aprecian en una pantalla) y falta, de manera muy importante, lo que sucede cuando nos saludamos de mano o de beso y con un abrazo. Tampoco se puede replicar en una fila de ventanas con la imagen de todos el barullo y ambiente en un restaurante o bar, esenciales en una cita o salida con amigos.

Hay cosas que nos se puede replicar en pantalla, por lo que debemos dejar de esforzarnos, dejar de compararlo con la vida real esperando que satisfaga todas nuestras necesidades de contacto social. Es necesario entender que vivimos tiempos de aislamiento, de contacto humano limitado. Sin duda, estar conectados de manera digital facilita las actividades y aligera el aislamiento, pero debemos enfocarnos en conocer y aprender las nuevas maneras de convivencia humana y los ajustes que deberemos hacer para regresar a una nueva normalidad. O, usted ¿qué opina?

[1]  Tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones (cogniciones) que percibe una persona que tiene al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias. Es decir, el término se refiere a la percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas.

 

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